sábado, 1 de septiembre de 2012

Unos días en Marruecos - Chefchauen (II)







Al día siguiente vamos a Chefchauen, nos lleva un taxista con el que vamos hablando todo el camino, al salir de Tanger el paisaje es similar al que se puede contemplar entre Medina Sidonia y Vejer, aunque con menos cultivos y en cambio hay cabras y ovejas, cereales y algún olivo y palmitos, las montañas del Rif al fondo, aerogeneradores del mismo tipo., de vez en cuando tunas de higos chumbos para separar los campos, adelfas en las ramblas y casitas de campo. En cada entrada de cada pueblo policía.



Pasado Tetuán nos adentramos en la montaña que tiene el mismo aspecto de la Penibética, no en balde son hermanas, el color de la roca es oscuro y aparece muy fragmentado en su perfil, al fondo veo un valle verde, a partir de media altura no hay vegetación, solo riscos. Va haciendo calor, el coche es un mercedes de tropecientos años, un poco mugriento por dentro, con las manijas de cerrar las puertas de madera (una chapuza) y con las ventanas abiertas para no morir de asfixia .En el campo hay mucha gente trabajando, en España ya no ves a nadie con la mecanización, pero aquí hemos visto segar a mano y luego una trilladora empacadora que iba organizando los haces de espigas. Después de dos horas y media se ve Chauen, en árabe Chefchauen, ellos lo pronuncian Chifchauen, aunque también se puede escribir Xauen. Está a 600m sobre el nivel del mar rodeado de montañas. 











Subimos en el taxi hasta un lavadero por el que corre un riachuelo, en el lavadero están lavando alfombras y juegan los niños, las alfombras están semi sumergidas en el agua y los niños juegan al balón sobre ellas, una vez que las han lavado las tienden en los tejados de los lavaderos (hay tres). 






En este momento nos encontramos con Anás el guía, un muchacho joven muy agradable con el que empezamos el recorrido. Vamos andando por la medina que es preciosa, como ya sabíamos las casas son blancas y azules, desde el índigo al azul pastel. Todo el pueblo es blanco y azul. 





























Lo que más llama la atención son las puertas, las hay de arco de medio punto, arquitrabadas, todas de madera y todas azules en distintos matices. Las calles estrechas y empedradas, a veces están sobre la roca que sirve de base a las casas y que pintan también de azul. La altura de las casas es de dos plantas o tres, hay torres antiguas de la Kashba, murallas y rincones con escaleras casi redondeadas por las capas y capas de pintura y cal, ventanitas chiquitas con rejas en el mismo plano de la pared, balcones de madera con tejadillos.







Comemos en un restaurante Casa Hasam cerca de la plaza gazpacho y aceitunas, yo tagine de verduras y Miguel de carne y verduras, de postre tarta de limón y melón .




 Nos recoge el guía y nos invita a un te en una terraza que está sobre el lavadero, luego bajamos por un paseo al lado del riachuelo. Los niños se bañan en las pozas del río y juegan en el agua, sólo vemos a una niña que se zambulle completamente vestida .De tramo en tramo hay cascadas y rápidos, mucha gente está a la sombra de los árboles. Al final del paseo llegamos donde está el taxista y nos despedimos de Anás, Miguel le da una propina, él va a por una botella de agua que nos regala. Hace calor y en la carretera a la sombra de los árboles los niños y niñas venden higos.



































Al volver a Tanger pillamos la hora de vuelta del trabajo y hay muchos policías de tráfico, un caos, la gente está esperando en el borde de la carretera para compartir taxi o bien para coger el autobús, cosa difícil porque van atestados, con las puertas abiertas, microbuses lo mismo, incluso camiones llenos de gente. Hay muchas cosas por hacer aquí, como tratamiento de residuos, de aguas, autopistas, trenes de alta velocidad, tranvías etc etc.

Tardamos dos horas y cuarto en hacer 120 Km y nos vamos a la habitación del hotel a ducharnos y a descansar un rato y después bajaremos a cenar al hotel. La cena ha sido exagerada, primero una enorme ensalada que llevaba medio huevo cocido, cebolla, pimiento verde, pepino, zanahoria rallada, lechuga, tomate, patata cocida y aceitunas. Después una brocheta de corvina con verduras y patatas fritas y de postre mousse de chocolate. Nos pregunta el camarero que queremos para beber, el día anterior pedimos agua, hoy le pedimos cerveza pero no tienen nada de alcohol, así que agua. Estamos tan cansados que no salimos por la noche.

Textos de Ximena Prieto
Fotografías de Miguel Roa

1 comentario:

JEROMEROVA dijo...

¡Cómo has disfrutado con esos blancos de cal y esa gama de azules! Preciosas fotos.